James Cook había nacido el 27 de octubre de 1728 en un pequeño pueblo cerca de Yorkshire. A la edad de 17 años, Cook se trasladó a la costa y se puso a trabajar en la industria del carbón. Se formó en las técnicas de navegación tras alistarse en la Marina, en 1755. Años después, sería el elegido para comandar una de las expediciones más importantes de la historia británica. En 1769, el planeta Venus debía situarse frente al Sol, un extraño fenómeno que sería visible únicamente en el hemisferio sur. El gobierno británico decidió enviar una expedición para observar el fenómeno y, además, explorar la existencia del legendario continente austral, todavía desconocido. La expedición observó el tránsito de Venus desde Tahití y después continuó hasta Nueva Zelanda, navegando a lo largo de toda la costa oriental de Australia.

Algunas fuentes afirman que, desde el siglo XVI, algunos viajeros hispanos como Juan Fernández (descubridor del Archipiélago Juan Fernández, en el Pacífico) pudieron haber navegado anteriormente por Nueva Zelanda y Australia, basándose en sus descripciones del terreno en documentos que hacen alusión a una expedición en 1576. Sin embargo, la existencia de Australia había permanecido durante largo tiempo como un hecho vago e indeterminado y la expedición de Cook es considerada como pionera en la exploración del continente.

Cook reclamó el territorio para Gran Bretaña y lo nombró Nueva Gales del Sur.
En 1771, la tripulación volvió a casa pero la aventura no había terminado. En 1772, Cook partió en un segundo viaje, navegando por la costa antártica, Nueva Zelanda y Tahití. En este segundo viaje se embarcó el pintor inglés William Hodges (1774-1797) , que se encargaría de realizar las más bellas pinturas de aquellos paisajes exóticos jamás vistos en Europa.

En parte, por esa razón, la expedición de Cook se hizo escandalosamente famosa; la inclusión de un pintor como Hodges, cuyos grabados y lienzos acabarían decorando las paredes de una burguesía británica deseosa de participar del exotismo que impregnaban los viajeros, dio gran fama a la expedición fuera de los círculos científicos.
El tercer viaje de Cook fue encontrar el Paso Noroeste que se creía que unía los océanos Atlántico y Pacífico. Incapaz de encontrar la ruta, Cook se llevó sus barcos al sur y exploró la isla de Hawai. Ese cambio de viaje marcaría su desdichado final, las relaciones con los nativos no fueron amistosas y en tras una reyerta, Cook quiso tomar al líder de la tribu como rehén, provocando una rebelión en la que Cook fue apuñalado y murió.

Tras las tres expediciones de Cook, los avances sobre la cartografía del Pacífico, Nueva Zelanda y Australia cambiaron radicalmente las percepciones occidentales de la geografía mundial. No obstante, fue la producción de imágenes de Hodges la que generó en la población europea el deseo de conocer más, de sentirse algo más cerca de aquellos científicos que recorrían el globo tomando mediciones, registrando especies y haciendo cálculos. Hodges hizo que, de alguna forma, la sociedad se vinculara afectivamente con los los propósitos de la ciencia y aceptara de buena gana el gasto que aquello había generado a la corona británica. Es más, con sus cuadros, Hodges humanizó la ciencia, añadiendo el componente antropológico a la expedición. Las imágenes son poderosas y, como sabemos, el arte tiene un valor universal. El éxito que alcanzaron, podría considerarse uno de los más importantes proyectos de divulgación del siglo XVIII.
Un comentario Agrega el tuyo