
Ignacio Zuloaga (1870-1945) Museo de Bellas Artes de Bilbao
Haciendo búsqueda de archivo sobre historia de las ciencias físicas, resulta que me encuentro con esta mujer: La Condesa Anna de Noailles, escritora rumana-francesa.
Ha sido mientras buscaba información sobre Albert Einstein, cuando me he encontrado con esta foto en el archivo de la Wellcome Library (Londres).
Una imagen curiosa. En ella aparece ella, Anna de Noailles, la única mujer del grupo. Junto a ella, en la primera fila, personajes no menos interesantes. De izquierda a derecha están: Langevin, Einstein, (ella) y Painlevé. Me gustaría saber la identidad de los caballeros de detrás, pero por el momento no he podido resolver el enigma.
La fotografía, supuestamente, se tomó durante una comida que se celebró en honor a Albert Einstein, alrededor del año 1923. En ese momento, Noailles contaba con 47 años.
Entre los conocidos del grupo, Paul Painlevé, un matemático francés y primer ministro de la III República. Quizá la obra de Einstein sea mucho más conocida, pero mención especial merece la figura de Paul Langevin, sentado junto a él. Langevin también era físico, conocido por su teoría del magenismo y por haber organizado el Congreso Solvay. Este congreso se organizó, por primera vez, en el Hotel Metropole, entre el 30 de octubre y el 3 de noviembre de 1911. En aquel tiempo no era muy usual celebrar conferencias internacionales de física y las invitaciones se mandaron a 23 científicos eminentes como Albert Einstein, Max Planck o Marie Skłodowska-Curie. Estas reuniones se denominaron «Conferencias Solvay», en honor a Ernest Solvay, un filántropo científico belga, que ofreció su mecenazgo. A principios del siglo XX los fundamentos de la física estaban siendo sacudidos por la aparición de la teoría cuántica y aquellas primeras conferencias tuvieron un gran éxito entre la comunidad científica, donde se intercambiaron ideas que tuvieron una profunda influencia en el desarrollo de la física cuántica.
Langevin, conocido por sus opiniones antifascistas, fue encarcelado en 1940 por la Gestapo. Años después, sería liberado y huiría de forma clandestina a Suiza. Su propia hija, fue una superviviente de Auschwitz. Y él permanecería, en clandestinidad, al Partido Comunista Francés.
¿Qué tenían en común estos personajes? Puede que una comprometida relación con la libertad. Entendamos libertad como quiera cada uno, hay muchos tipos y cada uno la usa commo quiere: libertad de cátedra, de pensamiento, de expresión, de amar y denostar. Muchos artistas y científicos fueron eternos compromentidos con sus ideales, entendiendo que parte de su contribución se basaba en la oposición a principios dictatoriales y excluyentes. En esta época, todavía la ciencia, como las artes, forjadas en torno a la construcción de modernidad, derivaban de las creencias liberalizadoras del conocimiento y la creación.

Las guerras y las desgracias humanas derivadas de los conflictos políticos, fueron también punto de reflexión para científicos, así como lo fueron, también, los textos de Anna Noailles.
Escribió tres novelas, una autobiografía y numerosos poemas. Fue ganadora del premio de Literatura de la Academia Francesa y miembro de la Real Academia de Lengua y Literatura Francesa de Bélgica, además de ser, en 1930, la primera mujer comandante de la Legión de Honor francesa. Fue una de las asiduas de las tertulias parisinas y entre sus colegas estaban Marcel Proust, André Gide o Paul Valéry. Mujer adelantada a su tiempo y promotora de las artes, la cultura y las ciencias.
Pocos años antes de su prematura muerte, en 1930, Noailles publicó Le Livre de ma vie, una autobiografía que relata parte de su infancia y adolescencia. Era la primera parte de un relato que debía completarse con un segundo volumen, sobre la madurez. Pero ella falleció en 1933 y su cuerpo se encuentra en el bello cementerio parisino de Père Lachaise, dejándonos sólo el testimonio de aquella primera parte, sin haber podido terminar la historia de su vida a tiempo, pero ¿quién lo hace?