Alrededor de 1790, el médico italiano Luigi Galvani investigaba sobre la energía eléctrica que era tranferida a través de los músculos de las ranas y que conseguía hacer que sus patas se movieran impulsivamente. Desarrolló una técnica por la cual aplicaba una pequeña corriente sobre la pata de una rana muerta y lograba fuertes contracciones musculares, llegando éstas incluso a saltar como si todavía estuvieran vivas.
«Galvani (…) a découvert l’influence directe de l’électricité des métaux sur les nerfs des animaux après leur mort;l’expérience, qu’on en répète tous les jours, s’appelle de son nom galvanisme» (B. de S. Pierre Harmonies,1814, p. 278)
Estas teorías revolucionaron a muchos hombres de ciencia que pasaron de los experimentos con animales a los cadáveres humanos, con la creencia de que a través de la corriente eléctrica se pudiera reanimar un cuerpo.
Su sobrino Giovanni Aldini (1762- 1834) continuó desarrollando ese trabajo con seres humanos y propuso sus teorías con sus propios experimentos. En enero de 1803, se realizó un acto público donde el cuerpo del asesino George Forster (nada que ver con el explorador que acompañó a Cook en el Pacífico) que había sido condenado a muerte por un delito de homicidio, fue tratado con estos impulsos eléctricos. Según se dice, el experimentó provocó una gran conmoción ya que el cadáver sin vida empezó a convulsionar hasta que se levantó y se dice que, incluso, abrió un ojo:
«At least, that is what some of the spectators thought they were witnessing. When Aldini applied conducting rods, connected to a large battery, to Forster’s face, the jaw began to quiver, the adjoining muscles were horribly contorted, and the left eye actually opened»
Seguramente esto nos recordará a la famosa novela Frankenstein de Mary Shelley, pero lo cierto es que este tipo de experimentos contribuyeron enormemente a desarrollar otras ciencias como la neurofisiología. Además, fueron fruto del interés otros muchos científicos que investigaron sobre el tema, como el mismísimo Alexander von Humbodlt, que tiene un libro poco conocido, dedicado a los estudios sobre el Galvanismo. (DESCARGA EL LIBRO)
Por cierto, la famosa Mary Shelley era hija de una de las filósofas más relevantes del siglo XVIII y una figura importantísima en cuanto al progreso de los derechos de las mujeres: Mary Wollstonecraft. Una mujer con una vida impresionante que descubrí, un día, paseando por uno de esos rincones secretos que tiene Londres, ya que su tumba está en el jardín de la vieja iglesia de Saint Pancras, un pequeño lugar pero con un encanto precioso.
¡Pero esto lo dejamos para el próximo post!